miércoles, 15 de junio de 2011

La marea Roja

¿Porque ocurre este fenómeno?


Por siglos nadie pudo explicarla satisfactoriamente. Los antiguos griegos la atribuían a la furia de Neptuno. En la Edad Media se hablaba de una “purgación” de los lechos marinos. Algunos naturalistas estimaban que era el resultado de influencias lunares. Otros hablaban de silenciosas erupciones volcánicas, y no faltó el químico despistado que tratara de resolver el enigma con base en confusas explicaciones sobre sustancias químicas venenosas producidas bajo el efecto del fuego central en las entrañas del planeta.
La marea roja es un raro fenómeno que da un tinte sanguinolento a las aguas (por el que también se le conoce como hemotalasia, del griego hemoshematos, sangre; y thalasos, mar), en las que comienzan a flotar incontables peces muertos, que luego las olas arrojan a la playa. Del mar emanan vapores invisibles que causan escozor en los ojos y la nariz. Al inhalarlos, arde la garganta, la respiración se vuelve difícil, se sufren accesos de tos y, en ocasiones, la piel comienza a irritarse. 
En México se le conoce como “agua amarga” o “agují”. Ese mismo nombre se utiliza en Cuba, además de “tingui”. En Perú es el “aguaje”; “huirihue” o “virigüe” en Chile; “el turbio”, en Venezuela; “purga do mar”, en España (Galicia); “eau rouges”, en Francia; “l’acqua rossa”, en Italia; “red tides” o “red waters”, en Inglaterra; “akashisho”, en Japón… 
Es el resultado de la multiplicación desorbitada de minúsculos habitantes de las aguas. Se trata, principalmente, de microalgas y otros microorganismos del fitoplancton, entre los que podemos mencionar a los dinoflagelados. En 1957 se descubrió que uno de los causantes era el Gymnodium brevis, que mide apenas de dos a tres milésimas de milímetro, pero que es capaz de reproducirse en cantidades prodigiosas, a tal grado que puede llegar a hacer espesa el agua, como si fuera sangre. 
Es un dinoflagelado que posee finísimos apéndices, los cuales le sirven como órganos de locomoción. No es un animal, ya que contiene elementos clorofílicos como los de las plantas. Tampoco es un vegetal, puesto que tiene una movilidad típica de los miembros del reino animal. Es más bien un organismo de transición entre lo vegetal y lo animal, aunque algunos científicos prefieren considerarlo como un alga microscópica. 
Uno de sus pigmentos clorofílicos, la xantofila, ocasiona la peculiar coloración de las aguas. La xantofila es la que en otoño da a las hojas de los árboles, de las altas latitudes, sus característicos colores anaranjados, amarillos y rojizos. En el caso de los dinoflagelados, cuando su concentración en el agua es muy elevada, le imparten un tono pardo, amarillento, rojizo y aún rojo intenso. 
Normalmente el número de estos diminutos organismos en un litro de agua marina es muy pequeño, del orden de unas docenas, o si acaso centenares de ejemplares por litro. Hasta mil se considera una concentración baja, que no implica ningún riesgo para los demás organismos. Pero cuando alcanza cifras del orden de 100 mil o más, la situación se torna peligrosa. Al llegar a un cuarto de millón por litro, el agua adquiere el color típico de los mares de sangre y comienza la mortandad de peces y otros animales. Mueren de asfixia porque los dinoflagelados, con su intensa actividad biológica, consumen grandes cantidades de oxígeno y empobrecen las aguas. Mueren también envenenados, ya que los dinoflagelados producen ciertas toxinas que afectan al sistema nervioso y desquician la actividad de músculos y membranas. 
A ese aumento exagerado en la población de estos microorganismos se le conoce como florecimiento, floraciones algales o “bloom”. Ocurre principalmente en la superficie del agua, y su espesor va de pocos centímetros hasta unos 100 metros. Por lo común, el fenómeno abarca extensiones reducidas, de unas cuantas hectáreas, o a lo sumo, de unos kilómetros cuadrados. 
Existen otros microorganismos, como las algas unicelulares o coloniales, las diatomeas, protozoos ciliados e incluso algunas larvas de invertebrados que imparten otras tonalidades al agua. Los colores pueden ser amarillo, anaranjado, azul, café, marrón, pardo, rosa y verde. Esas tonalidades se deben a los distintos pigmentos que poseen esos organismos. 
En el caso de aguas dulces son las algas azules o cianofíceas, las verdes o clorofíceas y las flageladas, como las euglenas y también las diatomeas las que producen diferentes coloraciones. Para que estos microorganismos se puedan desarrollar es necesario que no exista mucha corriente. Son entonces los lagos, lagunas y charcas permanentes los hogares de estos microorganismos. 
En Argentina la diatomea Asterionella japonica produce una coloración marrón, llamada “yodo”, que es utilizada como bronceador. No todas las floraciones son peligrosas para el ser humano, pero algunas pueden llegar a ser letales. 
La marea roja aparece con frecuencia en varias partes del mundo y la mortandad ha llamado la atención en la costa del sureste de la India, suroeste de África, sur de California, Florida, Perú, sureste de Asia, Indonesia, Polinesia y Japón.

HEMOTALASIA EN EL MAR ROJO 
El naturalista inglés Charles Darwin tuvo oportunidad de ver en dos ocasiones este fenómeno. La primera en 1835 en Concepción, zona centro-sur de Chile, y meses más tarde al sur de Valparaíso. En su diario de viaje (1839) escribió que el agua “rebullía de pequeños organismos, que se movían en todas direcciones y a menudo estallaban...”. Estos microorganismos fueron identificados como Mesodinium rubrum. 
Pero tal vez la primera descripción de una marea roja se encuentre en la Biblia. En Éxodo 7:20 a 7:21 se dice: “Y todo el agua que estaba en el Nilo se convirtió en sangre. Y los peces que estaban el Nilo murieron, y el Nilo se tornó contaminado, tal que los egipcios no podían beber el agua del Nilo”. 
Según algunos autores, el Mar Rojo recibió ese nombre porque las hemotalasias son muy frecuentes en sus aguas. 
Es hasta la primera mitad del siglo XX cuando se comienza a estudiar la hemotalasia. Myrtle Elizabeth Johnson y Harry Snookescribieron el primer libro sobre los animales de las costas en 1927, y en él hacen una breve referencia a las mareas rojas, que en esos días se les llamaba “aguas rojas”:   
“Cuando aparece una gran cantidad de ciertos dinoflagelados a menudo vemos parches de ‘agua roja’ en el día y exhibiciones luminosas que las acompañan durante la noche. Muchos animales marinos son capaces de producir luz, pero estos protozoarios son la causa de la fosforescencia difusa vista frecuentemente en los rompeolas durante el verano y a comienzos de otoño. Esta luminiscencia es con frecuencia espectacular y hermosa cuando se le ve en una noche oscura.

Los peces en el agua brillan con una luz azul verde cuando nadan en los alrededores, y la estela de un barco se convierte en un largo rastro de luz tenue. La resaca se ilumina brillantemente y si uno camina sobre la arena mojada, repentinamente aparecen y desaparecen puntos chispeantes de luz a varios pies a la redonda. Sacudiendo un poco de agua en una botella, se pueden producir repentinos destellos brillantes, porque los animales brillan de manera intensa momentáneamente cuando son agitados en vez de emitir una luz continua.

Mientras que muchas especies de dinoflagelados son luminosas cuando son estimuladas, los más importantes en esta costa son Gonyaulax polyedra Stein yProrocentrum micans Ehrenberg. Los dinoflagelados se llaman así porque generalmente están provistos de dos flagelos, o diminutos ‘látigos’, que usan en su locomoción. Algunas clases de dinoflagelados producen una coloración verde amarillenta en el agua que, como agua roja, por la noche emite luz cuando se le molesta.

Las consecuencias de brotes extensos de agua roja son el decaimiento de un inconcebible número de cuerpos microscópicos arrojados sobre la playa, causando olores muy ofensivos y envenenando el agua lo suficiente como para matar a animales como pepinos de mar, cangrejos e incluso peces, con el resultado que sus cuerpos cubren las playas e incrementa la peste”.
Ahora se sabe que las floraciones se deben a diversos factores, como la temperatura, salinidad, pH, luminosidad, corrientes oceánicas e, incluso, la contaminación debida al ser humano. En la literatura científica se le conoce como “Florecimientos Algales Nocivos” (FAN).

BIOLUMINISCENCIA 
Pero existe una particularidad aún más extraordinaria de las hemotalasias: pueden emitir luz. 
Diversos ufólogos apuntaban a la posible existencia de bases submarinas de OVNIS. Morris Karl JessupHarold T. Wilkins,Antonio Ribera e incluso Charles Hoy Fort hablaban de misteriosas ruedas luminosas que se habían visto flotando en el mar. Está el caso del buque de guerra británico Vulture, cuya tripulación observó unas “enormes ruedas giratorias” el 15 de mayo de 1879, cuando navegaba por el Golfo Pérsico. Éstas emitían pulsaciones luminosas. El capitán escribió en el libro de bitácora que “estas ondas luminosas iban desde la superficie hasta gran profundidad bajo el agua”. 
Las marinos vieron por lo menos dos de estas ruedas luminosas, una hacia el este que giraba en una dirección, y otra hacia el oeste, que lo hacia en dirección contraria. El Vulture pasó sobre una de estas ruedas. Poco antes del anochecer la tripulación había observado zonas recubiertas con una sustancia flotante descrita como “fresa de aspecto oleoso”. 
Fort menciona que en el mes de mayo de 1880 la tripulación del buque de vapor inglés Patna, nuevamente en el Golfo Pérsico, vio otra enorme rueda luminosa giratoria, cuyos radios parecían rozar el barco y medían unos 200 a 300 metros. 
En 1960, el 8 de enero, otro buque británico, el Corinthio, que había partido de Londres con destino a Wellington, encontró una misteriosa sustancia flotando sobre el mar. Su color era como el de la miel y su consistencia viscosa. Era como una seda que se rompía en trozos al ser tocada por la hélice. La sustancia cubría todo el horizonte alrededor de la embarcación. El suceso ocurrió a unas 880 millas de la isla Pitcairn. 
Y no eran exageraciones ni cuentos de marinos. En efecto, los dinoflagelados pertenecen al phylum llamado pyrrophyta, que significa “planta de fuego” y coloquialmente se les conoce como “linternas vivientes” del mar. Estos microorganismos emiten luz en la oscuridad. 
Existen varias especies con esta propiedad bioluminiscente, pero el género contiene muchas especies bioluminescentes tales como G. catenata, G. digitale, G. hyalina, G. polygramma, G. sphaeroidea yG. spinifera. Unos pocos dinoflagelados en un frasco con agua de mar pueden funcionar como una linterna. Esta fosforescencia se llama bioluminiscencia, que es luz producida en un organismo por medio de una reacción química. Los dinoflagelados son las únicas algas conocidas que tienen esta excentricidad especial. 
En las costas del Pacífico el culpable es el Gonyaulax polyhedra, un dinoflagelado luminoso, que tiende a agruparse en círculos de algunas centenas de metros de diámetro, y que bien podría explicar algunos avistamientos de OSNIS fosforescentes. 
La luz es de un color azul verde, cayendo en el espectro de luz entre las longitudes de onda de 474 y 476. En el Gonyaulax los destellos son rojos de entre 630 y 690. 
El mecanismo de emisión de luz comprende dos etapas, una física y la otra química 
La primera parte es puramente física. La membrana vacuolar se hiperpolariza, manteniendo un voltaje más negativo con respecto a su entorno. Luego, ese potencial expulsa los iones de hidrógeno de unas bolsillas externas de la membrana vacuolar, en las que se encuentra una enzima llamada luciferasa. Esta acción reduce el pH. En estas condiciones ácidas, la luciferina se suelta de su proteína y se activa. La luciferasa cataliza la oxidación de la luciferina, dando por resultado una luz y un producto intermedio llamado oxyluciferina. Se debe proporcionar energía en la forma de ATP para regenerar la luciferina. 
La bioluminiscencia de los dinoflagelados se produce en la noche. Es un fenómeno cíclico, un reloj biológico perteneciente a los llamados “ritmos circadianos”. Ese reloj se puede alterar artificialmente. Se puede “entrenar” a los dinoflagelados para que emitan su luz a diferentes horas del día. 
Se piensa que ese ritmo circadiano es una adaptación evolutiva que permite a los dinoflagelados anticipar la salida del Sol y migrar en una columna de agua para subir a la superficie tan pronto como la luz esté disponible para comenzar a la fotosíntesis. 
Pero los dinoflagelados no siempre brillan. La bioluminiscencia de los dinoflagelados se puede producir por tres causas: 
Estimulación mecánica. Fuerzas de corte o cisalladura, tales como las causadas por el movimiento del agua, de la estela de un barco, de un pez nadando o de una ola que se rompe, deforman la membrana de la célula de los dinoflagelados, lo que produce un destello corto de aproximadamente 1/100 segundo de fotones 10^8. 
Estímulo químico. La reducción del pH de su medio externo agregando ácido puede hacer que algunos dinoflagelados brillen intensa y continuamente. 
Estímulo de la temperatura. Algunas especies de dinoflagelados, tal como G. polyhedra, pueden brillar intensamente si baja la temperatura. 
El brillo lo utilizan como una especie de alarma sobre la posible presencia de predadores potenciales. Al encenderse, los dinoflagelados señalan la posición de su supuesto atacante. Los microorganismos se ponen en movimiento; la luz puede asustar al depredador y los más pequeños, incluso, pueden quedar tostados. 
La marea roja ha generado muchos mitos. Mitos que comenzamos a desentrañar en este nuevo milenio.

¿Que consecuencias acarrea?

-La contaminación de mariscos.
-La contaminación de diversas especies marinas.
-La contaminación de humanos al consumir especies infectadas.

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